El poder del ingenio es una de las exposiciones más sorprendentes de las que se han visto en los últimos años en la ciudad. Es un universo material de objetos, que en su momento fueron hitos del desarrollo tecnológico y que ahora son piezas de museo. La muestra, inaugurada ayer en el Centro de Exposiciones CajaGranada de Puerta Real, exhibe a los tatarabuelos de los iPhones de los televisores de plasma o de los Mp4, como el primer fonógrafo manual inventado por Edison fabricado en 1880. Pero no se trata de una aglomeración de objetos que tienen una pátina de tiempo, tienen el alma que les ha insuflado el ingeniero Manuel Giménez Yanguas tras una vida dedicada a su recopilación, estudio y concienzuda restauración. Muchos de estos objetos todavía funcionan, aunque en muchos casos los rescató de manos de un chatarrero, como una impresionante colección de teléfonos de principios del siglo XX que hurtó a las llamas y que procedían del entramado de la red de tranvías de Granada. Los compró al peso, por 30 pesetas el kilo. Este mismo chatarrero estaba quemando otro día una serie de papeles, entre ellos los planos originales de los tranvías; en este caso, pudo hacerse con los documentos y no tuvo que desembolsar ni una peseta por ellos.
También fueron sus propios amigos los que, sabiendo de su pasión, decidieron indultar objetos que iban a ir al estercolero, caso de la primera televisión fabricada en España por Standard Eléctrica, dos años después del nacimiento de TVE. De hecho, la fabulosa colección de Jiménez Yanguas se muestra en parte en el Parque de las Ciencias, aunque ayer quiso hacer un llamamiento a las instituciones para que todo el material que todavía acumula -sólo la muestra contiene 280 piezas- pueda ser exhibido de manera permanente.
En programas estadounidenses de televisión como El precio de la Historia o Restauradores se observa la veneración del pueblo americano por los objetos con historia, lo que contrasta con la incansable actividad de Jiménez Yanguas, casi siempre en solitario, en la defensa del material vinculado a la industrialización de Granada. Y a su historia, como el documento mediante el cual se creó la sociedad que creó la Gran Vía granadina, con un capital de un millón de pesetas. ¿Los primeros especuladores? «Para nada», responde el ingeniero, «porque llegaron incluso a perder dinero», continúa un hombre que huye del término coleccionista porque lo suyo no es una fiebre acumuladora. De familia de ingenieros, se crió en las fábricas de azúcar, «un ejemplo vivo de las industrias de siglo XIX», explicó un autor que ha puesto en valor muchos de estos ingenios de los que ahora nadie discute su valor histórico. A comienzos de los ochenta desaparecieron las últimas fábricas azucareras de la Vega y procuró que las máquinas de vapor se conservaran, incluso que se expusieran como mobiliario urbano. «Cuando he salvado de la destrucción uno de estos elementos lo he hecho con cariño y sin ánimo de coleccionarlos», explicó Jiménez Yanguas en la rueda de prensa de presentación, en la que estuvo acompañado por Luis González, vicepresidente primero de CajaGranada, y por Javier Píñar, comisario de la muestra.
El poder del ingenio es una muestra irrepetible con curiosidades como el motor del primer ascensor que funcionó en la ciudad, en el hotel Alameda, o la primera guía telefónica de Granada, con 200 números que no se mostraban por el orden alfabético de sus propietarios. ¿Y quién aparecía en primer lugar? «El señor arzobispo», responde el dueño de la colección.
Información generada por Granada Hoy, G. Cappa Granada. Última actualización 13/03/2015