JORGE Manrique nos coja confesados: podemos estar cantando las coplas a la muerte de la Fábrica de Artillería. Arrió su bandera sin que el Ayuntamiento sepa qué hacer con ella. De momento ocupará una mínima parte el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla porque -tomen nota- la que iba a ser su sede, el mercado de la Puerta de la Carne, lleva años abandonado. Como el Convento de Santa Clara que ya ha sido, sin llegar a ser nada, Museo de Sevilla, Casa de los Poetas y sede del ICAS. El Ministerio de Cultura y la Junta, comprometidas en la restauración de la Fábrica como Archivo General de Andalucía, se han largado. Queda en manos del Ayuntamiento. Cantemos, pues:
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa Sevilla, cómo se viene su muerte tan callando, cuán presto se va su belleza, cómo, después de acordada, da dolor… Pues si vemos lo presente cómo en un punto se es ido, si juzgamos sabiamente, daremos lo aún no tocado por derribado. No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que ve, más que duró lo que vio, porque en Sevilla todo ha de pasar por tal manera.
Nuestra ciudad es un río que va a dar en la mar, que es el destrozar; allí van los palacios derechos a se acabar y consumir; allí los teatros y los cines, allí los comercios y los bares, y llegados, son iguales los antiguos que los nuevos y los valiosos que los feos… Ved de cuán poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, que en esta Sevilla traidora, aun primero que muramos las perdamos… Decidme: la hermosura, la gentil arquitectura, el arbolado y la mesura, cuando viene la piqueta o la reforma malhadada, ¿cuál se para?…
Esos edificios poderosos que vemos por fotos ya pasadas, por casos tristes, llorosos, fueron sus buenas hechuras derribadas; así que no hay cosa fuerte, que a palacios barrocos y casas regionalistas y teatros isabelinos, así los trata Sevilla como a las vulgares cosas sin valores…
¿Qué se hizo del Café de París en la Campana? Los Corales y el Laredo, ¿qué se hicieron?… El San Fernando y el Coliseo, ¿fueron sino devaneos?… ¿Qué se hicieron El Grano de Anís y Marciano, sus mármoles, sus mostradores, sus chacinas, sus legumbres, sus olores? ¿Qué se hicieron las casonas de Reyes Católicos y las casitas de Macasta? ¿Qué se hizo de Castelar y las dos aceras acordadas que tenía?… ¿Que será de Artillería? No mirando que el suyo es nuestro daño, corremos a rienda suelta sin parar; desque vemos el engaño y queremos dar la vuelta, no hay lugar. Que querer un sevillano que Sevilla viva cuando tantos quieren que muera es locura.
Información generada por diariodesevilla.es, Carlos Colón. Última actualización 20/06/2010.